¿Vivimos en una democracia?


"No puede existir democracia si no se garantiza una ciudadanía debidamente informada y con la posibilidad de expresarse en los medios de comunicación", fragmento extraído del libro: Medios democráticos. Una revolución pendiente en la comunicación, de Pascual Serrano.

¿Qué está pasando?

Es una lástima, que aún en el año 2016, sigamos en la prehistoria en relación al derecho de la libertad de expresión, o que todavía no tengamos la garantía de una información pura y transparente. Pero no es de extrañar. Vivimos en un mundo capitalista, regido por el poder y por el dinero, que únicamente funciona si hay billetes de por medio y mediante los contactos que uno tiene. Es un negocio globalizado, interconectado mundialmente, en donde sólo tienen cabida aquellos con un poder inmenso. Estos empresarios, que a los ciudadanos de a pie se nos escapan de las manos, son los que tienen la sartén por el mango, los que pinchan y cortan, los que mandan.

Estas personas son las que poseen el oligopolio de los medios de comunicación. Esto quiere decir, que este minúsculo porcentaje de la población a nivel mundial, son los que controlan, manejan y manipulan al resto de la ciudadanía, a su antojo. Y lo hacen sin ninguna recriminación u oposición. Tienen tanto poder, que prácticamente son intocables, y para colmo, son los que deciden qué información debemos absorber y qué información debemos creer, sea verídica o no.

"El panorama privado de los medios de comunicación desencadena que todo contenido informativo que no sea negocio o interés político quede fuera de objetivo", ¡qué gran verdad!, ¿no?

Dinero es sinónimo de poder. El dinero es el que mueve los hilos. Si soy financiado por una persona corrupta, descuida que no hablaré mal de dicha persona porque estoy recibiendo dinero de ella. Si soy financiado por un grupo terrorista, tampoco publicaré cierta información comprometida para ellos, aunque la sepa, porque dejarán de darme dinero, incluso correría peligro. Y así funciona.

Somos tan... inocentes que, o no nos damos cuenta de la adulteración que sufrimos constantemente con la información que recibimos, o simplemente nos mostramos impasivos ante ello porque nos da igual. Pero sea cual sea la razón, hay que poner punto y final y demandar mayor pluralidad y transparencia a los grandes medios de comunicación, para que dejen de manipular nuestros cerebros,  nuestro comportamiento y nuestras ideas.

Debemos luchar por nuestra libertad de expresión, debemos imponernos al oligopolio de los medios de comunicación, debemos defender la pluralidad, la veracidad y la transparencia de la información...

¡Debemos decir basta y actuar!

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